La violencia simbólica hacia el género femenino desde la teoría de Pierre Bourdieu.

Resumen

La violencia simbólica es un término instituido en normas vigentes; sin embargo, la mayoría de las normas que la mencionan no desarrollan una definición del significado de esta forma de violencia. Este concepto fue abordado y acuñado por el autor Pierre Bourdieu, sociólogo que cuenta con obras que analizan las formas de dominación entre grupos, por lo que resulta importante profundizar en su punto de vista y perspectiva de lo que es el androcentrismo, comenzando primeramente con la parte general del estudio de la sociedad como estructura y de la manera de desarrollarse como forma estructurante, derivado de la importancia del estudio y análisis de esta forma de violencia contra las mujeres.

Palabras clave: Violencia, mujeres, violencia simbólica, dominación.

Introducción

Ante la problemática social, no solo en México, sino en todo el mundo, de la desigualdad entre hombres y mujeres, existe una teoría importante para analizar, como es la propuesta por el sociólogo Pierre Bourdieu; al ser hombre, es importante abordarlo dentro del análisis de la violencia simbólica, por ello es que se desarrolla a partir la justificación de patrones dentro de los grupos sociales, así como la teoría androcéntrica que es parte fundamental en el surgimiento de la desigualdad de género, para poder hacer énfasis en la dominación masculina desde la perspectiva de la sociología y poder abordar el tema central de la presente investigación: la violencia simbólica.

Desarrollo

El poder simbólico

El poder simbólico es un término planteado por distintos autores, pero desde el punto de vista de la sociología, retomaremos al autor Pierre Bourdieu, importante para el tema de estudio, pues la violencia simbólica es un término creado y estudiado por este mismo autor. El poder simbólico, menciona Bourdieu, es un “poder invisible que sólo puede ejercerse con la complicidad de quienes no quieren saber que lo sufren o que incluso lo ejercen” (Bourdieu, 2001).

De este poder se pueden destacar tres elementos:

1. Es un poder invisible, es decir que no se alcanza a reflejar o a percibir en un grupo social; al ser invisible es normalizado, invisibilizado y justificado, ni siquiera se alcanzan a reflejar sus consecuencias, formas o maneras de ejercerlo.

2. Existen dos sujetos, cuya interacción tiene como consecuencia la complicidad para el resultado de este tipo de poder; si no existen dos sujetos, el poder simbólico no puede nacer o existir, pues se necesitan de ambos, ello sin definir aun la calidad de los sujetos que se entrelazan para que el poder simbólico pueda resultar efectivo.

3. La definición de los dos sujetos que se relacionan entre sí para que este tipo de poder coexista, atendiendo a que un sujeto no sabe o no quiere saber que sufre y, de la misma forma, el otro sujeto, pero en la parte de ejercer este tipo de poder. Para ello, tenemos a dos sujetos con un fin distinto. Esto podría considerarse como la primera forma de ejercer un tipo de poder, por ejemplo, al saber ahora lo que es el poder simbólico, el poder político no puede existir si primero no se ejerce un poder simbólico.

Ahora bien, la Real Academia Española define que poder“es tener expedita la facultad o potencia de hacer algo” (RAE, 2006). Por otra parte, la palabra símbolo se define como la “representación sensorialmente perceptible de una realidad, en virtud de rasgos que se asocian con esta por una convención socialmente aceptada” (RAE, 2001). De acuerdo con los conceptos definidos, se puede construir otra definición de lo que sería el poder simbólico, como la facultad de hacer algo, mediante la representación sensorial perceptible de una realidad, asociándolos con rasgos de una convención socialmente aceptada.

El poder simbólico forma parte esencial de todas las formas de estructurar una sociedad, puesto que en un grupo social siempre existen sujetos pasivos y activos, esto sin definir la inmensidad de clasificación de grupos en los cuales se encuentran estos dos sujetos, pero partiendo de que el poder simbólico es la primera forma de ejercer un poder para que pueda existir o ejercerse uno más específico y que sin ambos sujetos, tanto como pasivo o activo, no puede ejercerse ningún tipo de poder, en virtud de que el objetivo es el sometimiento por algún instrumento o vía en un contexto específico.

Estructuras estructuradas desde la ideología androcentrista

Bourdieu hace referencia a instrumentos simbólicos que ayudan a ejercer el poder simbólico: las estructuras estructuradas, entendidas como los medios de comunicación, la lengua, la cultura contra el discurso o comportamiento, del cual se reduce a una sociología de las formas simbólicas, y de lo que resulta un poder ideológico, como contribución de la violencia simbólica. Ahora bien, partiendo de la segunda síntesis de los sistemas simbólicos como estructuras estructuradas, el autor menciona que los sistemas simbólicos hacen una función política de instrumentos de imposición o de legitimación de la dominación, contribuyendo a asegurar la dominación de una clase sobre otra, reforzándolo con la propia fuerza del grupo dominado y contribuyendo a la domesticación de los dominados (Bourdieu, 2001).

La política es el “arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los estados” (RAE, 2006), y al estar universalmente organizados en una sociedad politizada, la función política cumple precisamente el papel del sujeto dominado y dominante, del cual se puede definir el rumbo de un estado. La segunda síntesis de las estructuras estructuradas se relaciona no solo con la función política sino con una ideología que ha mantenido a un grupo social dominado, como es el género femenino, por el dominante, que es el género masculino, de donde se centra la ideología androcentrista.

Entendemos entonces por androcentrismo a la base de medida social, misma que existe cuando lo masculino o la masculinidad son considerados la medida de todas las cosas, cuando las acciones individuales reflejan perspectivas, intereses o valores masculinos, cuando lo masculino son considerados fuente única o primordial de sabiduría y autoridad, o cuando las experiencias masculinas son las preeminentes, normativas, imitables y las deseables. (Vázquez, 2013).

La idea de que la medida principal es lo masculino, resulta precisamente en el ejercicio del poder simbólico, hasta llegar a materializarse en la domesticación de los dominados, pues el androcentrismo es la línea de partida para el establecimiento de la aplicación de esta ideología universal. Esto ha normalizado que el androcentrismo sea la medida social del ser y deber ser, denotando que el poder simbólico dentro de este tipo de ideología de dominación y domesticación ha servido al poder político para usar los propios medios o métodos de dominación poder domesticar y someter, resultando de ello la subordinación por la imposición de prácticas sociales y culturales.

Figura 1.

La dominación masculina

Bourdieu hace un análisis precisamente de un grupo de dominación como es el género masculino sobre el femenino, retomando la asimilación de la dominación, dividiendo al androcentrismo en las formalidades del orden físico y del orden social. Por una parte, el orden físico impone e inculca las disposiciones, al excluir a las mujeres de las tareas más nobles, asignándoles tareas inferiores y por otro lado enseñándoles cómo comportarse con su cuerpo. Asimismo, la dominación masculina tiene todas las condiciones para el ejercicio del poder simbólico, pues los privilegios asignados a los hombres se reafirman en la objetividad de las estructuras sociales, es decir que la representación androcéntrica de la reproducción biológica y la social, se ve investida por la objetividad del sentido común, pues los dominados aplican a las relaciones de dominación categorías construidas desde el punto de vista de los dominantes, haciéndolas aparecer de ese modo como naturales (Bourdieu, 2001).

De lo anterior, se puede concluir primeramente que la dominación masculina es una forma de poder simbólico; retomando los tres elementos que se pueden percibir en su concepto, el poder simbólico es un poder invisible, ello en relación con que al ser el androcentrismo una forma de dominación naturalizada resulta también invisible, incluso eficaz entre los mismos grupos de dominación que ejercen este tipo de poder. Se encuentra en este tipo de dominación la complicidad de dos sujetos, uno dominado y otro dominante, que en este caso es el género femenino como grupo dominado y el género masculino como grupo dominante, ejerciendo el poder simbólico mediante prácticas que parecen naturales entre ambos grupos. Por último, la falta de conocimiento o entendimiento del grupo que está siendo dominado, pues considerando lo que menciona Bourdieu, este tipo de dominación es ejercido a través de la imposición y prácticas androcentristas que someten a este género.

Figura 2.

Conclusión

El poder simbólico es el parteaguas para el ejercicio o establecimiento de otro tipo de poderes; la violencia simbólica resulta también la primera forma de ejercer un tipo de violencia, ya que es consecuencia de un proceso de dominación en una estructura estructurada empezando por el poder simbólico como una categoría y terminando en la violencia simbólica, comparándola como una especie de poder simbólico.

Reafirmando lo que menciona Bourdieu, la violencia simbólica no es imaginaria ni sin consecuencias, sino que se instituye a través de la adhesión que el dominado se siente obligado a conceder al dominador cuando no dispone de otro instrumento de conocimiento que la relación que comparte con el dominador. Así, las prácticas androcéntricas están legitimadas por las mismas prácticas que determinan (Bourdieu, 2001).

De esta manera, el androcentrismo ha sido una de las formas más ágiles e importantes de dominación masculina, estatuyendo la violencia simbólica que como bien lo menciona el autor no es una forma de violencia que se materialice con la práctica de alguna conducta como la violencia física, sino que el fondo se encuentra incluso en la forma de relacionarse como sociedad. Este tipo de prácticas específicas implementó e hizo nacer una forma de existir en sociedad, así como de medir socialmente el ser y el deber ser.

Referencias
  • Bourdieu, P. (2001). Poder, Derecho y Clases sociales.: Desclée de Brouwer.
  • Española, R. A. (2001). Diccionario esencial de la lengua española. https://www.rae.es/drae2001/s%C3%ADmbolo
  • Española, R. A. (2006). Diccionario esencial de la lengua española https://www.rae.es/desen/poder
  • Española, R. A. (2006). Diccionario esencial de la lengua española. https://www.rae.es/desen/pol%C3%ADtica
  • Vázquez, A. G. (2013). Los conceptos de patriarcado y androcentrismo en el estudio sociológico y antropológico de las sociedades musulmanas. Papers.
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