Diabetes mellitus tipo 1: el rol inmune y sus repercusiones
Escrito por C. Erandi Ruiz Rodríguez
C. Juan David García García
Resumen
La diabetes mellitus tipo 1 (DM1) es una enfermedad de etiología autoinmune, en la que las células beta productoras de insulina del páncreas son destruidas a causa de una respuesta atípica del sistema inmune en un proceso conocido como hipersensibilidad tipo IV, el cual de forma gradual reducirá la población de las células beta hasta llegar a un punto donde los mínimos niveles de producción y liberación de insulina no pueden ser compensados por el organismo, desencadenando una alteración crónica en el metabolismo de los carbohidratos (CH), lípidos y proteínas, con sus consecuentes repercusiones a nivel sistémico, que dan pie a la aparición de un conjunto de signos y síntomas característicos de la diabetes mellitus. Esta enfermedad, cada vez más frecuente, tiene importantes repercusiones en la vida y entorno de quienes la padecen; por ello, entender los aspectos básicos de la enfermedad es una cuestión de relevancia, que nos puede ayudar en la prevención y la detección oportuna de la misma.
Palabras clave: diabetes mellitus, etiología autoinmune, alteración crónica del metabolismo.
Abstract: Type 1 diabetes mellitus (T1D), also referred to as insulin-dependent diabetes or juvenile diabetes, is an autoimmune disease that results in the destruction of pancreatic beta cells. These cells are responsible for producing insulin, and their destruction leads to insufficient insulin production. Insulin is a hormone that allows sugar to enter cells to produce energy, so in this disease, there is an increased metabolism of fats and proteins with systemic repercussions. It’s important to note that this is a chronic condition, presenting significant challenges for both the individual with the disease and their family members. Therefore, understanding this disease well is crucial.
Introducción
La diabetes mellitus tipo 1 (DM1) es un trastorno del sistema endocrinológico y del metabolismo de carácter crónico, que es cada vez más frecuente debido al estilo de vida moderno. La DM1 está caracterizada por un estado de déficit de insulina secundario a la reducción de la masa de células beta pancreáticas, por una reacción de autodestrucción por nuestro propio sistema inmune, desencadenada por diversos factores tanto genéticos como ambientales. Suele clasificarse en diferentes tipos, dependiendo de su etiología y forma de presentación.
Metodología
Las fuentes bibliográficas para la elaboración de este trabajo fueron recuperadas de artículos científicos indizados en revistas científicas como Nature y The Lancet o en portales de búsqueda como PubMed, a partir de los cuales se recuperaron los artículos necesarios para abarcar el tema presentado en este trabajo y sus respectivos subtemas (epidemiología, etiología, patogenia, fisiopatología). Además, recuperamos información de los medios oficiales para la divulgación de datos epidemiológicos del Estado mexicano y recuperamos opiniones acerca del tema de diversos catedráticos e investigadores de las dependencias de la Facultad de Ciencias Médicas y Biológicas “Dr. Ignacio Chávez” (UMSNH), todo con el fin de tener una cobertura completa acerca de la enfermedad, con el fin de elaborar un texto simple pero completo que abarque los puntos fundamentales de la misma.
Desarrollo
Demanda de órganos para trasplante
La DM1 se define como una enfermedad metabólica sistémica de etiología autoinmune con una patogenia basada en el déficit de la producción y liberación de insulina por parte de las células beta pancreáticas, que desencadena una importante pérdida del equilibrio metabólico del cuerpo humano, lo cual da paso a la aparición de una serie de signos y síntomas característicos, ocasionalmente acompañados por importantes complicaciones, de las cuales destaca la ceguera (retinopatía diabética), daño renal (nefropatía diabética) y enfermedad cardiovascular secundaria a diabetes, lo cual remarca la relevancia de esta enfermedad.
Diabetes mellitus 1 como enfermedad emergente
Ahora bien, ¿qué importancia tiene la DM1? Esta, junto a otras enfermedades, como el asma y las alergias (por ejemplo al maní, mariscos y algunas frutas y verduras), forman parte de un grupo de enfermedades conocidas como emergentes (que son más frecuentes en comparación de épocas pasadas), las cuales han sido fuertemente asociadas con el estilo de vida propio de la sociedad contemporánea, es decir, son patologías cada vez más comunes y que se asocian con causas tan variadas como el cambio gradual en la dieta, la higiene y otros aspectos cotidianos de una sociedad.
Diabetes mellitus 1 en México
Si bien en México el número de nuevos casos al año ha seguido constante y relativamente bajo en los últimos años, sí se ha observado un aumento significativo en las últimas décadas. Se espera que México siga la tendencia mundial de aumento de la incidencia de DM1. Ahora bien, ¿cuál es el verdadero impacto en la sociedad mexicana de la DM1? Para esto es necesario reconocer que la diabetes mellitus tipo 1, por su naturaleza, es una enfermedad muy difícil de sobrellevar, puesto que es un padecimiento sin cura definitiva y que requiere de un tratamiento paliativo permanente, y si bien es posible controlar la enfermedad hasta un punto en el que el individuo pueda llevar a cabo su vida con “normalidad”, es importante reconocer que los medios necesarios para llegar a ese punto son inalcanzables para la mayoría de la población, puesto que se requiere de acceso a consulta con personal médico especializado, suministro permanente de insulina por inyección o bomba de insulina, educación en materia de estilo de vida y tratamiento autoadministrado, facilidad de acceso a servicios de emergencia, etc., todo lo cual supone un requerimiento monetario significativo, ya que las condiciones del sistema de salud pública del país pocas veces son capaces de sobrellevar este tipo de padecimientos. Sumado a ello, esta enfermedad tiene una importante carga social para quien la padece y también para su entorno familiar, lo que únicamente dificulta sobrellevar la enfermedad al impactar en el desarrollo biopsicosocial del individuo.

Figura 1. Incidencia de DM1 en México por 100 000 habitantes según la Dirección General de Epidemiología (2000-2022).

Figura 2. Nuevos casos de DM1 en México en menores de 24 años según la Dirección General de Epidemiología (2000-2022).
Los factores ambientales más importantes
Aunque todavía no se han identificado puntualmente los causantes del aumento de la incidencia de esta enfermedad, se han hecho algunas observaciones importantes en los factores ambientales que contribuyen a la patogenia, como los siguientes:
- La dieta, donde se ha establecido una relación con el consumo de gluten, la ingesta de vitamina D y la alimentación inadecuada en los primeros meses de vida, puesto que se ha observado que tiene implicaciones importantes en la inmunomodulación.
- La microbiota, puesto que se han establecido relaciones directas entre la disbiosis (alteración de la microbiota) y la predisposición a DM1. Entre los factores que contribuyen a ello, tenemos el uso de antibióticos, la dieta, los partos por cesárea, etc.
- Las infecciones virales también se han establecido como factores en la patogenia de DM1, en especial las infecciones por enterovirus (destacando el virus Coxsackie) en la infancia, que han demostrado mayor relación con los casos de niños con DM1 de aparición reciente.
¿Cómo se desarrolla la enfermedad?
El mecanismo esencial es que nuestro sistema inmune pierde la tolerancia contra los autoantígenos (moléculas de nuestras propias células capaces de activar el sistema inmune) específicos de las células beta de los islotes pancreáticos; estos son reconocidos por las células dendríticas (las presentadoras de antígenos por excelencia), cuya función es identificar estos autoantígenos, unos receptores celulares especializados, para posteriormente presentarlos ante los linfocitos T CD4+ (las células coordinadoras del sistema inmune por excelencia), los cuales darán paso a la generación de la respuesta autoinmune contra las células beta de los islotes pancreáticos, principalmente mediante la activación de linfocitos T CD8+ o citotóxicos, que son los “asesinos” o células efectoras más importantes descritos y aceptados por la comunidad científica (figura 3).

Figura 3. García, J. D. (2024). Patogenia de DM1.
Para entender por qué se llega a producir este proceso autoinmune, tenemos que entender la DM1 como una enfermedad de carácter multifactorial que, sin embargo, tiene un predominio genético, lo cual es el factor etiológico de mayor relevancia. Actualmente se tiene registro de la participación de un gran número de alteraciones puntuales en el genoma, que pueden desencadenar la patogenia de la enfermedad, no obstante, hasta el día de hoy las alteraciones más conocidas son las que afectan a las moléculas del complejo principal de histocompatibilidad, cuya contribución a la patogenia recae en la modificación de cómo los receptores de las células inmunitarias reaccionan ante los autoantígenos asociados a las células beta, dando lugar a una predisposición a la pérdida de la tolerancia y, por ende, de la generación de una respuesta autoinmune. Ahora bien, la instauración de las manifestaciones clínicas de la enfermedad no es inmediata, sino que es un proceso gradual en el cual disminuyen progresivamente los niveles de células beta, así como la capacidad total de producción y liberación de insulina, como se describe a continuación.
Las repercusiones metabólicas de la deficiencia de insulina
La DM1 se presenta en tres etapas clínicas: la primera etapa es asintomática, además de que la glucosa en ayunas es normal, así como la tolerancia a la glucosa, siendo que la única anormalidad es la presencia de dos o más autoanticuerpos pancreáticos. En la segunda etapa, además de la presencia de autoanticuerpos, también encontramos ya sea glucosa alterada en ayunas (>100 a 125 mg/dL) o tolerancia a la glucosa alterada (de 140 a 199 mg/dL), o HbA1c de 5.7 a 6.4 %; pero todo esto en ausencia de síntomas, o sea, asintomáticos. En la tercera etapa tenemos la aparición de los síntomas clínicos, así como una glucemia casual >200 mg/dL, indicándonos una hiperglucemia; glucosa en ayunas mayor o igual a 126 mg/dL, glucosa mayor o igual a 200 mg/dL en prueba de tolerancia a la glucosa tras dos horas y/o una HbA1c mayor o igual a 6.5 % (figura 4).

Figura 4. García, J. D. (2024). Representación de las distintas etapas de la DM1 con base en la población de células beta.
En los primeros uno a dos años, las necesidades de insulina exógena pueden ser mínimas debido a la secreción de insulina residual, siendo lo que se conoce como “periodo de luna de miel”. Sin embargo, conforme va progresando la destrucción de las células beta del páncreas, las necesidades de insulina exógena aumentan hasta llegar a la deficiencia total de insulina (figura 4).

Figura 5. García, J. D. (2024). Esquema de la fisiopatología de la DM1.
En la mayoría de los casos, el inicio de las manifestaciones clínicas de la DM1 está dado por poliuria, polidipsia y polifagia, y en casos graves, cetoacidosis (figura 5); esto, secundario tanto a la hiperglucemia como a la ausencia total de insulina, respectivamente. Para poder entender lo anterior, es necesario recordar que la insulina es una hormona anabólica, por lo que su ausencia nos lleva a un estado catabólico, en donde el cuerpo debe recurrir a la utilización de reservas de proteínas y grasas para poder obtener el ATP que no se está obteniendo de la glucosa.
Además de esto, tenemos otras consecuencias del déficit de insulina, como el cese del almacenamiento de glucógeno en hígado y músculo, así como el agotamiento de las reservas en estos. La hiperglucemia resultante causa una filtración elevada de glucosa por el riñón, que sobrepasa el umbral de reabsorción tubular renal (180 mg/dL de glucosa en sangre), lo que causa que, junto con la elevada carga osmótica de la glucosa, salga no solo esta última, sino también más agua y electrolitos, dándonos la poliuria. Y esta pérdida de agua por la diuresis osmótica, junto con la hiperosmolaridad plasmática secundaria a la glucemia elevada, activa los osmorreceptores de los centros encefálicos de la sed, provocando la sed intensa conocida como polidipsia.
Igual, ya habíamos mencionado que este déficit de insulina lleva hacia un estado catabólico, donde el cuerpo debe recurrir al catabolismo de proteínas y grasas como fuente de energía, provocando un balance energético negativo, que nos lleva a un aumento del apetito, la conocida polifagia. Y de igual manera, secundario a este catabolismo, suele darse una pérdida de peso, por lo que se trata de personas que comen mucho y a pesar de esto siguen perdiendo peso sin una razón aparente. También suele presentarse fatiga y debilidad muscular, así como visión borrosa, debido al desarrollo de cataratas relacionado con la hiperglucemia, que hace que se acumulen depósitos en el cristalino; o infecciones de vías urinarias, que se relacionan con la presencia de glucosa elevada en la orina, que favorece el crecimiento de los microorganismos.

Figura 6. García, J. D. (2024). Los cuatro síntomas característicos de pacientes con diabetes mellitus.
La DM1 en adultos suele confundirse con diabetes mellitus tipo 2, por eso es importante considerar que la DM1 en adultos tiene una terminología diferente para el espectro de diabetes autoinmunitaria, que incluye la “diabetes tipo 1 de inicio en la edad adulta” y la “diabetes autoinmune latente en adultos”, siendo ambos extremos del espectro.
Una diferencia importante entre la DM1 en niños y en adultos es que la presentación de cetoacidosis al momento del diagnóstico parece ser más común en aquellas personas diagnosticadas en la infancia; a su vez, estas personas con diagnóstico en etapas tempranas de la vida muestran una mayor probabilidad de ser diagnosticados con enfermedad de Crohn. De igual manera, se encontró que los pacientes diagnosticados en la adultez suelen tener una tendencia mayor a presentar sobrepeso u obesidad al momento del diagnóstico.
Resultados
La investigación de base para la realización de este artículo dejó consigo la identificación de puntos destacables que podrían ser la base para la realización de futuras publicaciones sobre DM1, como lo es el impacto social y económico que representa para quienes padecen esta enfermedad, las nuevas medidas para la prevención y el retraso del desarrollo de la enfermedad.
Conclusión
La DM1 es una enfermedad de suma relevancia, pues no podemos negar el marcado aumento en el número de nuevos casos que ha tenido en los últimos años, así como las repercusiones que se pueden presentar al no ser tratada a tiempo y de manera adecuada.

Es por esto fundamental saber reconocer sus síntomas principales y sus factores de riesgo relacionados, observando que se trata de una enfermedad multifactorial que no solo se presenta en niños, por lo que pensar que es una enfermedad exclusiva de la infancia es un grave error, que nos puede llevar a no proporcionar el tratamiento ideal de manera oportuna, y tiene factores predisponentes que van más allá de la genética.
Finalmente, es importante recordar que por su carácter genético es importante que las personas con antecedentes familiares de DM1 se realicen chequeos constantes para valorar su estado de salud, para así poder hacer detecciones oportunas de la enfermedad en caso de su padecimiento; además, es importante recordar los síntomas más característicos de la DM, ya que al presentarse cualquiera de ellos es necesario acudir a una consulta médica cuando antes.
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